10. Breve historia de la Acrópolis
Los estudios llevados a cabo, indican que la Acrópolis de Atenas ya se encontraba habitada entre los milenios IV y III a.C. En realidad, el término acrópolis servía para definir la parte más alta de las ciudades griegas, denominadas polis, punto de inicio a partir del cual urbanísticamente se comenzaban a desarrollar.
Se sabe que durante la era micénica, la colina fue amurallada y que sobre su cima, se construyó también un palacio. Sin embargo, no fue hasta la segunda mitad del siglo VI a.C, cuando los edificios dedicados al culto comenzaron a proliferar y se construyeron los primeros templos dedicados a Atena.
En el año 480 a.C., las tropas persas saquearon y destruyeron la Acrópolis. Sin embargo, cuando posteriormente los atenienses recuperaron la ciudad, a excepción del antiguo templo de Atena donde erigieron el Partenón, como feo recuerdo de la barbarie de los invasores persas, no procedieron a su reconstrucción.
Después, durante los años gobernados por Pericles, conocidos como el siglo de oro, fue cuando la Acrópolis alcanzó su mayor esplendor y se construyeron la mayor parte de edificios, entre ellos el Erecteion y el Partenón, ambos consagrados a la diosa Atenea.
Atenea, la diosa guardiana de la ciudad
Hija de Zeus, rey de los dioses, y de Metis, diosa de la cordura, Atenea fue la deidad que los atenienses veneraron sobre la Acrópolis. Según la mitología griega, la diosa entró en disputa con Poseidón, dios de los mares, a fin de alzarse con el dominio de la ciudad.
Para poner fin a dicha disputa, los dioses del Olimpo proclamaron que ambos debían ofrecer un regalo a los mortales, y que aquélla deidad que ofreciese el legado de mayor valor, se alzaría con la victoria final.
La disputa tuvo lugar en la Acrópolis, declara por el Oráculo de Delfos en el 510 a.C. hogar de los dioses. Primeramente, Poseidón clavó su tridente tras el Erecteión haciendo brotar agua salada. Después, en respuesta a ello, Atenea hizo germinar el primer olivo del mundo.
Los dioses, consideraron entonces que el legado de Atenea podía proveer de alimento, aceite y madera a los ciudadanos, por lo que la ciudad, tomó el nombre de Atenas y ésta, fue designada diosa protectora de la ciudad.
11. Qué ver e la Acrópolis
Como dijimos al inicio de esta guía para visitar la Acrópolis y el Partenón, podréis elegir entre dos puertas para acceder al monumento. Nosotros lo hicimos por la puerta oeste, la más concurrida, aunque siguiendo nuestros consejos podréis evitar las colas de acceso.
Si por el contrario decidís entrar por la puerta sureste, el itinerario es exactamente idéntico al que vamos a proponer, pero a la inversa. Se realice de una u otra manera, la visita suele tener entre dos y tres horas de duración. Y ahora sí, comenzamos con ¡LOS MEJORES LUGARES QUE VER EN LA ACRÓPOLIS!
Puerta de Beulé
En la ladera occidental de la Acrópolis, la menos abrupta de todas, se estableció el acceso principal a la roca sagrada.
Los primeros bloques de mármol de la Acrópolis, los encontraréis en la Puerta de Beulé, construida en fases posteriores bajo los Propíleos, tras la destrucción de Atenas por los hérulos en el 267 d.C. Su nombre actual, se debe al arqueólogo francés Beulé, quien a mediados del siglo XIX la descubrió.

Pedestal de Agripa
Tras la denominada Puerta de Beulé, se continúa ascendiendo por una escalera en forma de zig zag, la cual, en la antigüedad ocupó todo el ancho de la subida hasta la parte superior.
Antes de llegar al acceso de los Propíleos, a mano izquierda se encuentra el gigantesco pedestal de mármol gris azulado que en la antigüedad, sostenía la estatua de bronce del general romano Agripa dirigiendo un carro. Con anterioridad a ésta, el lugar fue ocupado por una cuadriga de bronce, que fue construida en honor al rey de Pérgamo Eumenes II después de su victoria en los Juegos Panatenaicos del 178 a.C.
La celebración de las Panateneas
Las fiestas de las Panateneas, eran una serie de actos religiosos y deportivos que tenían lugar anualmente en Atenas durante el hecatombeón, primer mes del calendario ático.
Se trata de las fiestas religiosas más antiguas e importantes celebradas por los atenienses, donde se rendía culto a Atenea, y que fueron iniciadas según el mito por el rey Erictonio, tras convertirse en rey de la ciudad.
Durante dicha festividad, se desarrollaban celebraciones lúdicas, procesiones, sacrificios y algunas competiciones deportivas para los ciudadanos, que incluían danza de hombres armados, carreras de antorchas e incluso concursos de belleza masculina. El acto más importante de la celebración, tenía lugar el día 28 de Hecatombeón, el cual consistía en una procesión que cruzaba las calles de la ciudad, a través de la vía Panatenaica hasta el altar de Atenea Polias situado en la colina de la Acrópolis.
Por otro lado, cada cuatro años tenían lugar las Grande Panateneas, que duraban más que las anuales y que contaban con mayor aprecio para la población, consideradas muy similares a los Juegos Olímpicos en importancia y prestigio. Durante su celebración, tenían lugar competiciones exclusivas para los atenienses, y otras donde podían participar todos los ciudadanos griegos.
Algunas de las competiciones que se llevaban a cabo, incluían carreras de hombres armados, de cuadrigas en diferentes modalidades o lanzamiento de jabalina a caballo. Sus vencedores, eran premiados con ánforas panatenaicas que contenían aceite procedente de los olivos sagrados de la ciudad.

Los Propíleos
El término Propíleos, lo empleaban para referirse al edificio que se ubicaba en el acceso triunfal a los recintos sagradas. Los de la Acrópolis, están situados al final de la escalinata, cuya construcción, se estima que fue iniciada hacia el 437 a.C, sobre unos más antiguos perteneciente a la era micénica.
El conjunto completo estaba formado por dos alas laterales y un edificio central, erigido totalmente en mármol blanco del monte Pantélico. El espacio entre columnas de la construcción principal, fue diseñado para permitir el paso de los jinetes y los animales durante la procesión de las Panateneas.
Todo el conjunto, fue minuciosamente estudiado por su arquitecto, Mnesicles, al fin de librar el problema del reducido espacio de que disponían y la pendiente del suelo.

Templo de Atenea Niké
Al otro lado del Pedestal de Agripa, alzado sobre una torre defensiva está situado el templo de Atenea Niké. Construido en orden jónico, a pesar de su reducido tamaño, por su buen estado de conservación y excelente ubicación con el Mediterráneo al fondo, es uno de los edificios más fotogénicos de la Acrópolis.
Sus frisos, relatan la victoria sobre los persas en la batalla de Salamina (480 a.C.). Algunos de estos relieves se encuentran expuestos en el Museo de la Acrópolis, entre los que se encuentra el famoso de Atenea Niké abrochándose la sandalia.

El Partenón, el lugar más importante que ver en la Acrópolis de Atenas
El Partenón, construido entre los años 447 y el 438 a.C., fue el broche oro con el que Pericles, elevó hasta los altares a la ciudad durante su período de máximo esplendor.
El edificio, fue encargado en agradecimiento de la ciudad a los dioses por su victoria contra los persas, aunque su proyecto, se vio condicionado inicialmente para albergar la imagen de Atenea Partenos, declara según el mito guardiana de la ciudad.
Por ello, fruto de tantísimo esmero para su diseño, los arquitectos Ictinio y Caícrates lograron erigir el cual de manera probable, se convirtió en el edificio más influyente en la historia de la humanidad. Y es que a día de hoy, aún continuamos diseñando importantísimos edificios inspirados en él. Su impronta, ha quedado como preciado legado de la Grecia Clásica, sin duda, el lugar más importante que ver en la Acrópolis.

La decoración escultórica de los frontones, metopas y frisos, fue obra del arquitecto y gran escultor Fidias, en unos años durante los cuales, la ciudad progresaba impulsada por nuevas corrientes intelectuales.
En consonancia con ello, para el diseño del Partenón sus creadores avanzaron por caminos innovadores. Por medio de la fusión de elementos conocidos del orden jónico y dórico, vio la luz una innovadora forma arquitectónica denominada ática. En ella, hicieron especial hincapié en la armonía de las proporciones, consiguiendo una perfecta simetría en todos sus elementos.
Tras la liberación de Grecia y desde el año 1841, el edificio ha sido objeto de numerosos procesos de reconstrucción. A día de hoy la restauración se centra en la nave central, considerada la zona sagrada, cuyo interior albergaba la estatua de Atenea que en el pasado fue objeto de veneración. Tras su finalización, el Partenón recuperará gran parte de la geometría perdida con el paso del tiempo.
Ladera este de la Acrópolis
Justo detrás del lugar ocupado por el Partenón, sobre la ladera este de la montaña, hay varios conjuntos de ruinas de muy difícil interpretación. Restos que apenas sobreviven, procedentes del templo de Roma y Augusto, el santuario de Pandión y el santuario de Zeus Polieo.
Tras ellas se alza una gigantesca bandera de Grecia y un mirador, con vistas soberbias hacia el templo de Zeus Olímpico y la colina de Licabeto, la más alta de Atenas con 227 metros de altura.
El izado de la bandera, tiene lugar por un piquete de militares pocos minutos después de que la Acrópolis abra sus puertas.


Erecteion y las Cariátides, otro imprescindible que ver en la Acrópolis
El Erecteion, fue uno de los lugares más importantes construidos sobre la Acrópolis, considerado también uno de los templos más originales de la antigüedad. Fácilmente reconocible por el distinguido pórtico de las Cariátides, su construcción se sitúa entre los años 421 y 409 a.C, cuyo arquitecto aún sigue siendo desconocido.
Fue ubicado en el lugar más sagrado de la colina, justo donde Atenea y Poseidón compitieron para alzarse con el mando de la ciudad. El templo, construido en orden jónico y el cual consta de un edificio principal dividido en dos, fue diseñado en cuatro niveles distintos para salvar la diferencia de altura.
Su lado sur, estaba consagrado a Atenea Poliás, y fue pensado para entre otras funciones albergar el xóanon diipetés, la estatua de madera de Atenea a la que estaba destinada la fiesta de las Panateneas.
Este lado, es también el lugar donde se encuentra el innovador soportal, que es sostenido por las seis figuras femeninas conocidas como las Cariátides. Las que se pueden ver actualmente en el templo, son una réplica exacta en yeso de las originales. Éstas, a excepción de la expoliada por los ingleses y que exhiben en el Museo de Londres, pueden verse en el Museo de la Acrópolis.

Por otro lado, el ala norte del templo, fue destinado al culto de Poseidón. En su pórtico, aún es visible la marca del golpe con el tridente, que hizo brotar agua salada durante su disputa con Atenea por el patronazgo de la ciudad.
A través de una pequeña puerta del pórtico norte, se accede al recinto descubierto de Pandrosia, situado al oeste del santuario y que estaba dedicado a la ninfa Pandrosia, hija del rey Cécrope. En este recinto se encuentra el olivo sagrado que hizo germinar Atenea, aunque el árbol actual fue plantado en 1917.
El conjunto de ruinas que encontraréis entre el Erecteión y el Partenón, se cree que perteneció al Templo Antiguo, cuyos orígenes podrían datar del año 570 a.C, y que fue construido para albergar el xóanon diipetés antes de ser trasladado al Erecteion. Junto a las ruinas, a día de hoy también se conserva el pedestal que sostenía la impresionante estatua de bronce esculpida por Fidias, que representaba a la diosa Atena Prómacos.

Odeón de Herodes Ático
Para continuar con el recorrido, hay que descender por la ladera sur de la Acrópolis hasta el Odeón de Herodes Ático. Se trata de un pequeño teatro en planta semicircular, que fue construido en el año 161 d.C. por el cónsul romano Herodes Ático en memoria de su mujer.
Tenía una capacidad aproximada para 5.000 personas, se encontraba techado y a día de hoy en la actualidad, continúa albergando obras teatrales y otros eventos, entre ellos, el concurso Miss Universo de 1973.
Templo de Asclepio
Para continuar, hay que seguir por el camino que desciende ladera abajo. Hacia el sur, aún se distinguen algunos restos de la Estoa de Eumenes, una columnata porticada que conectaba el odeón con el Teatro de Dionisio, y que servía para salvaguardar a los asistentes de la lluvia y el sol.
Por encima de las gradas del teatro, están las tres columnas dóricas que sostienen parte del arquitrabe del templo de Asclepio, el cual fue construido en torno a un manantial sagrado. Médico e hijo de Apolo, los atenienses comenzaron a adorar a esta deidad cuando una fuerte epidemia asoló la ciudad, por lo que los ciudadanos acudían a él en busca de ayuda para su curación.
Teatro de Dionisio
Por debajo del templo, os encontraréis el último de los monumentos que ver en la Acrópolis, el Teatro de Dionisio. Bastante más grande que el odeón de Herodes, fue construido entre el 342 y el 326 a.C. con capacidad para entre 15.000 y 17.000 espectadores.
Como su nombre indica, fue consagrado a Dionisio, dios de las viñas y del teatro. Inicialmente construido en madera, después fue restaurado en mármol y piedra de color blanca. De él, aún se conservan los relieves situados tras el escenario que escenifican las hazañas de Dionisio, así como los tronos de mármol situados en las principales filas del teatro.